En Caracas, la situación política se ha vuelto más tensa y preocupante a medida que las tácticas de intimidación del régimen de Nicolás Maduro se han intensificado, causando miedo y desconfianza entre la población. Según múltiples informes, los grupos gubernamentales están utilizando tácticas atemorizantes: Están marcando con equis las casas de personas que han participado en protestas o que se sabe que se oponen al régimen.
Andrea, una empresaria venezolana que actualmente vive en Ecuador, compartió sus experiencias y preocupaciones al respecto, pero prefirió mantenerse en el anonimato por razones de seguridad: «Los venezolanos saben que el régimen de Maduro también está atacando la mente de las personas», dice con firmeza. Según Andrea, al marcar los hogares de los partidarios de la oposición, los organismos gubernamentales no solo los designan como enemigos del régimen, sino que también envían un claro mensaje de precaución.
No hay que subestimar el impacto psicológico de estas medidas. Las marcas en las casas no son sólo un símbolo, sino un recordatorio constante de lo vulnerables que son los ciudadanos y de cuánto control tiene el régimen sobre sus vidas. Este tipo de intimidación crea un clima de miedo e inseguridad en el que la gente ya no se siente segura, ni siquiera en su propia casa.
Eduardo Pérez Cordero, ex diplomático y director de Two Migrantes Studio, describe con vehemencia estas tácticas como una clara violación de los derechos humanos. «Los ataques a las casas de los manifestantes no sólo son una clara violación de los derechos humanos, sino una clara expresión de la represión y el miedo que el régimen intenta infligir al pueblo», afirma. Según Pérez Cordero, el objetivo de estas medidas es mantener un clima de miedo y represión para impedir cualquier intento de resistencia o rechazo al gobierno.
Este tipo de represión no se limita a las pintadas en las casas; las calles de Caracas están cada vez más controladas, y las alcabalas, llamadas puntos de control, se han convertido en lugares donde el régimen extiende su control. En estos puntos de control, la policía y otras fuerzas de seguridad detienen los autobuses e inspeccionan los teléfonos móviles de los pasajeros en busca de indicios de actividad contra el régimen de Maduro. Si se encuentran mensajes, fotos o información relacionada con la oposición, son detenidos inmediatamente.
Cristina, otra venezolana que ahora vive en Ecuador, cuenta lo que le ocurrió a un familiar que trabaja en un hospital en Venezuela. Según ella, el régimen revisa los teléfonos móviles de los empleados en los puntos de control. Si no encuentran ninguna información desfavorable al gobierno, borran la aplicación de WhatsApp antes de devolver los móviles. El objetivo de esta medida parece ser bloquear todas las formas de comunicación entre las personas y limitar el flujo de información, especialmente a través de plataformas tan utilizadas como WhatsApp.
Estas tácticas represivas muestran claramente cómo el régimen de Maduro sigue utilizando el miedo y el control para silenciar a la oposición y mantenerse en el poder. Marcar las casas con una X o controlar los teléfonos móviles pueden parecer medidas pequeñas, pero su impacto en la vida de los venezolanos es devastador: envían el mensaje de que nadie está a salvo y que cualquier signo de disidencia puede ser castigado con dureza.
El clima de miedo creado por el régimen tiene un efecto paralizante en la población. Esta represión no sólo afecta a los venezolanos, sino también a la diáspora, y muchas familias que han emigrado siguen preocupadas por la seguridad de los que se han quedado.
Personas como Andrea y Cristina, que han huido de la situación y se encuentran en otros países, siguen viviendo con miedo, sabiendo que sus seres queridos siguen siendo objeto de las mismas tácticas intimidatorias. El hecho de que el régimen venezolano recurra a la represión física y psicológica demuestra hasta dónde está dispuesto a llegar para controlar el país.
La situación en Venezuela, y especialmente en Caracas, sigue siendo alarmante. Las tácticas represivas del régimen de Maduro, como el marcaje de los domicilios de los opositores y el control de los teléfonos móviles en las calles, son una estrategia calculada para sembrar el miedo y silenciar todas las voces disidentes. La comunidad internacional debe tomar nota de estas violaciones de derechos humanos y seguir exigiendo el respeto de los derechos fundamentales del pueblo venezolano.